
LA PULGA DE LUTERO
Allá en la Edad Media, un monje dedicado al estudio de las ciencias naturales atrapó en cierta ocasión una pulga. Colocó aquel minúsculo insecto sobre una mesa y le ordenó:
-¡Salta!
Y he aquí que la pulga huyó de allí dando saltos.
Así que el buen monje atrapó otra pulga, le arrancó las patas, la colocó en la mesa y le ordenó que saltara. Mas esta pulga permanecía inmóvil, y por mucho que el estudioso la instara a saltar, se negaba tozudamente a obedecer sus órdenes.
En vista de todo ello, el monje sacó la siguiente conclusión:
"Cuando a una pulga se le arrancan las patas, el Señor la castiga con la sordera."
-¡Salta!
Y he aquí que la pulga huyó de allí dando saltos.
Así que el buen monje atrapó otra pulga, le arrancó las patas, la colocó en la mesa y le ordenó que saltara. Mas esta pulga permanecía inmóvil, y por mucho que el estudioso la instara a saltar, se negaba tozudamente a obedecer sus órdenes.
En vista de todo ello, el monje sacó la siguiente conclusión:
"Cuando a una pulga se le arrancan las patas, el Señor la castiga con la sordera."
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