Hay algo alla arriba jugando con nuestros Signos
'...Pero
a medida que avanzábamos, fuimos sintiendo una embriaguez que venia,
más que del licor, del poderoso embrujo del desierto. Cada vez
caminábamos más rapido, como absorbidos por una invisible fuerza y
cada vez más separados, hasta que al fin empezamos a correr y
nuestro grupo se dislocó. E y C desaparecieron por un lado y me
encontre solo con J bajo la inmensidad de la cúpula celeste.
-Espera --le
dije, antes que de desapareciera como los otros y atrapándola por la
mano quedamos inmóviles escuchando el silencio.
¡Que
maravillosa sensación! Sentir latir el corazón de J en mi mano y al
unisono con nosotros las pulsaciones lejanisimas del mundo sideral.
Ambos nos sentamos en la arena y luego nos tendimos de espaldas para
observar asombrados el cielo. En la noche avanzada, los espacios que
separaban estrellas, planetas y constelaciones, se iban poblando de
más y más luminarias, tan pegadas unas a otras que formaban una
mancha lechosa y al final el firmamento terminó por convertirse en
una titilante bóveda de plata. Un cielo semejante no habia visto en
las más altas meseta de los Andes, ni en las costas más secas de
América o Africa del Norte. Ahora comprendía, solo ahora, por qué
los antiguos habítantes de esas planicies, sin nubes, ni lluvias,
tuvieron un contacto tan estrecho con los astros y aprendieron tantas
cosas por esa ventana que se abria cada noche hacia los espacios
infinitos. Astrónomos, adivinos, alfareros, tejedores, agricultores,
pescadores, constructores de caminos, templos y ciudades, fueron
educados durante siglos en la escuela del cosmos.
J y
yo, cogidos siempre de la mano, estábamos fundidos en el desierto y
la noche y confundidos con los cuerpos celestes que parpadeaban en el
techo argentado, en un estado de beatitud que nos desencarnaba, y nos
disolvía en la inmensidad del universo.'
La Casa en la Playa - Sólo para Fumadores
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